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miércoles, 24 de noviembre de 2010

Lo que aprendemos con el tiempo

"La persistencia de la memoria" o "Relojes blandos",
de Salvador Dalí.
Hoy, querido lector, quiero compartir con usted un tesoro. Este es un video que me removió la vida, no sólo porque me lo envió un ser que amo intensamente, sino también, porque es la pura escuela de la vida. Está muy relacionado con mi anterior texto, "Uno aprende a puro cachimbazo".

Verlo, le tomará tan sólo 3 minutos y 34 segundos; aplicarlo, toda la vida.

Vale la pena. Y si hoy anda con el moco caído, con ganas de tirar todo por la venta o irse a vivir a la Luna, después de este video le aseguro que pensará: "No hay tiempo para esas marcianadas".

Como siempre, paz y amor.

PD: ¡Ayúdeme! Envíeme su mejor y peor experiencia en Navidad. ¡Todo lo mejor!

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Uno aprende a puro cachimbazo

 
Ilustración: shutterstock.com

¿Cómo aprende un niño a caminar? Tronándose la cara una y otra vez. ¿Cómo nos enteramos de que las velas queman? Quemándonos. Y, ¿cómo llegamos a la conclusión de que los amigos se cuentan con los dedos de la mano? En los momentos más críticos.

Así es señores, señoras y señoritas, no hay otra forma de que se nos quede la lección que “a puro cachimbazo”. Y es que, cuando la lección llega por vía oral y con un discurso tierno, suave y moralista, suele pasar que entra por un oído y sale por el otro. No hay manera de retener el concepto y evitar el pencazo.

Por ello, cuando estamos necios en convencer a un primo o hermano que no maneje como un desquiciado porque lo más seguro es que termine con un tiro en la cabeza o con el espíritu en el más allá, a un amigo que esa chica no le conviene o a una amiga que no confíe en un pendejo, perdemos nuestro valioso tiempo, y lo más probable es que sólo nos quede una migraña, el hígado picado, la bilis que se nos sale por los oídos, un tic nervioso y la jeta torcida.

En realidad, los consejos resultan vacíos, huecos e innecesarios, especialmente cuando nadie nos pide nuestra opinión. Lo mejor es que nos olvidemos de ser dioses o salvadores del mundo y dejemos que las cosas sucedan.

Osho, un maestro espiritual indú, dijo algo tremendamente cierto y sabio:


Por ello, se dice que lo mejor es predicar con el ejemplo porque es convincente y congruente, es decir, lo que sentimos, pensamos y hacemos van en una misma dirección. Eso sí que vale más que un “Tené cuidado”, “Ya vas a ver”, “Te arrepentirás” o “Vas a llorar lágrimas de sangre”.

¡Qué bien se siente soltar las riendas y vivir nuestra propia vida! 



miércoles, 10 de noviembre de 2010

¿Dónde está mi adolescente cabrón?


Rutina. Publicado en un blog de una adolescente.
Levanten la mano a quienes les ha dado, más de alguna vez, las ganas de ahorcar a un adolescente. Por extraño que parezca, (hace poco o mucho tiempo) nosotros también estuvimos en la lista negra de algún adulto: nuestros padres, la maestra regañona, los abuelitos con cero tolerancia, el chofer de camioneta o un universitario que llevaba en su playera el lema “Patojos mulas”.

Pero bueno, hay algo que me encanta –y a la vez me produce algo de hiel– de los adolescentes: la honestidad. Por ejemplo: “No quiero”, “Está horrible”, “Me tiene de un huevo”, en fin, hay cierta honestidad en ellos cuando se expresan o cuando prefieren a sus cuates que a su familia (porque los amigos no los joden).

También viven el “hoy”, ¿qué adolescente está pensando en ser un joven de éxito o está planificando su futuro? Si lo hace, créanme, ese adolescente no está cuerdo. Tampoco tienen miedo, aunque esto los haga vulnerables al peligro, pues tienen las agallas para arriesgarse.

Con el pasar del tiempo, esos adolescentes que eran honestos, que vivían el hoy y no tenían miedo, cambian, por todo el “tanatal” de cosas que les meten en la casa y en el colegio. Y más fregada se vuelve la cosa, cuando empiezan a trabajar y entran a la universidad. Es en esa “metamorfosis”, como dice una mi tía, que los adolescentes se vuelven adultos poco honestos con la mente en el año 2040 y más miedosos que el hermano de Juan sin miedo.

Hace poco me topé con un blog de una adolescente, que no menciona su nombre, pero me impactó uno de sus post:


Esta frase, con la cual esta chica se identifica, es de una serie española titulada Los hombres de Paco. Muy ruda, pero real, así como a los adolescentes les gusta vivir.

Señores y señoras, la pregunta del millón: ¿dónde quedó nuestro adolescente cabrón? No el imprudente, ¡el cabrón!

miércoles, 3 de noviembre de 2010

La justicia “jodida” de Dios

El Juicio Final (Capilla Sixtina) de Miguel Ángel
Todos, alguna vez, hemos soñado con un mundo justo, donde el malo sea castigado y el bueno recompensado por sus buenas obras, pero ¿qué es bueno y qué es malo?

Una vez estaba que echaba chispas, quería que Dios tomara un rayo y partiera en mil pedazos a las personas que me habían hecho daño o que “no me hacían gracia”. Un amigo, en su afán de darme aliento o esperanza, me dijo “Luisa, no te preocupés, hay un Dios que todo lo ve”, y creí que del Todopoderoso vendría la “venganza jodida”.

No hay tal cosa, querido lector, Dios es puro amor, y si creemos que Él le mandará una mortal epidemia a aquella persona que poco nos favorece el hígado, o le torcerá el pie a aquella que nos hizo sentir mal; o enviará desgracias a esas personas despiadadas… no, no es así.

De Dios no viene la venganza, porque simplemente Él no piensa como nosotros, no es humano, Él es divino. Sin embargo, no pierda toda la esperanza, confíe en la ley de la siembra y la cosecha: “Todo lo que sembramos, eso cosechamos”. Esto es más que suficiente a esperar que el Ojo Divino esté ensañado contra aquellos que nos dañan, desesperan o irritan.

Ciertamente, jamás nadie ha cosechado flores cuando sembró chichicaste, eso es imposible. Confíe en ello, yo trato de hacerlo y, afortunadamente, poco a poco he dejado de torturar a mis “ofensores” en el cuadrilátero de mi imaginación.

También recuerde dónde estamos parados. Epicteto, un filósofo que vivió hace 2 mil años, dijo algo muy cierto: "Antes de realizar cualquier acción, ten en claro la clase de acción que estás por realizar. Si has resuelto ir al baño público, recuerda las cosas que generalmente suceden en esos baños: algunas personas salpican con agua, otros se empujan, algunas utilizan un lenguaje impropio y otros roban. Por consiguiente, realizarás esta acción de un modo más seguro si te dices: ‘Iré al baño público, pero mantendré mi mente de acuerdo con el modo natural de vivir que me he propuesto’. Procede así en todo lo que emprendas; porque de este modo, si te sucede algún inconveniente durante el baño podrás decir con firmeza: ‘No he venido tan sólo a bañarme, sino también a mantener mi mente en un estado conforme a la naturaleza y no podría hacerlo si permito que me alteren las cosas que aquí suceden’.”

Así pues, estamos viviendo en un mundo donde lo más seguro es que nos topemos con personas contrarias a nuestros valores y pensamientos; que nos harán llorar o pasar momentos amargos.

Lo dejo con esta frase de un reconocido conferencista mexicano: “La venganza es tragarse el veneno con la esperanza de que el otro se muera”. Acaso… ¿se  está envenenando?